DEPORTES MANIEL
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Vladimir Guerrero Jr. está viviendo el octubre que soñó desde niño. En una postemporada donde cada turno parece una cita con la historia, el dominicano volvió a dejar su marca con un jonrón monumental que lo convierte oficialmente en el mayor cañonero de los Azulejos de Toronto en unos playoffs.
Fue en el séptimo episodio del Juego 4 ante los Marineros cuando Vladdy Jr. soltó su swing de oro. Una recta de dos costuras de 95.7 millas por hora del venezolano Eduard Bazardo se quedó demasiado cómoda, y el dominicano no perdonó. La bola viajó 359 pies por el jardín derecho con una velocidad de salida de 103.5 mph, un misil elegante que no solo amplió la ventaja de Toronto, sino que selló su nombre en el libro de récords de la franquicia. Con ese batazo, llegó a cinco cuadrangulares en esta postemporada, superando los cuatro que había disparado José Bautista en 2015.
El dato no es menor: tres de esos jonrones llegaron en la serie divisional ante los Yankees, y los otros dos en esta batalla de campeonato frente a Seattle. Pero más allá de los números, hay una sensación de madurez en su juego. Guerrero Jr. no solo está conectando con poder; está eligiendo sus momentos, atacando los pitcheos correctos y demostrando un temple que lo confirma como el corazón de estos Azulejos.
Cada vez que cruza el plato, el dugout explota. Se nota que su liderazgo va más allá del bate. “Vladdy está disfrutando el momento, y cuando él sonríe, el equipo juega suelto”, dijo un compañero después del juego. Y razón no le falta: Toronto está 5-0 en los partidos donde el dominicano ha impulsado carrera en estos playoffs.
Lo más impresionante es que este récord llega sin arrogancia, sin gestos grandilocuentes. Guerrero lo celebró con una sonrisa sencilla, un dedo al cielo y un mensaje claro: “Gloria a Dios por este momento.” Esa mezcla de humildad y grandeza es lo que lo está convirtiendo en la figura más completa del equipo.
Este no es solo el Vladdy de los highlights; es el Vladdy que madura bajo presión, el que lleva a su equipo en la espalda y que, a sus 26 años, ya escribe su propio capítulo en la historia de Toronto. Con cinco jonrones, once empujadas y una calma de veterano, Guerrero Jr. ha tomado el trono que un día ocupó Bautista. Y lo está haciendo con la clase de estrella que no solo busca títulos, sino legado.
