
TORONTO — Los Dodgers sobrevivieron al ruido, a la desventaja y a la tormenta emocional de un Juego 7 en Canadá para coronarse bicampeones de la MLB con un 5-4 en 11 entradas frente a unos Blue Jays que se quedaron a dos outs de la gloria. Fue béisbol grande, del que deja marcas.
La postal eterna la firmó Will Smith: jonrón solitario con dos outs en el 11º ante Shane Bieber, el primer vuelacercas de extra innings en un winner-take-all del Clásico de Otoño. Pero esta película empezó a girar en el 9º, cuando Miguel Rojas —sí, Miguel Rojas— le igualó la pizarra al cerrador Jeff Hoffman y al Rogers Centre se le heló el alma.
Después llegó el hombre del trofeo. Yoshinobu Yamamoto, en modo leyenda, lanzó en días consecutivos: salió del Juego 6, durmió poco, pidió la bola en el 7 y apagó incendios con 2.2 entradas en cero para convertirse en MVP de la Serie Mundial. Tres victorias en la serie, temple japonés y un mensaje claro: en octubre no hay plan de carga que valga cuando el anillo está al alcance.
Toronto tuvo su golpe: Bo Bichette conectó un jonrón de tres en el 3º ante Shohei Ohtani (que abrió con tres días de descanso), y más tarde llenaron las bases en el 9º. Pero hubo un force out en el home, un elevado que cayó en el guante de Andy Pages recién ingresado, y la oportunidad se evaporó. Al final, los Jays dejaron 14 en base: demasiadas vidas desperdiciadas en el partido que no perdona.
Hubo de todo: un conato de bronca tras un pelotazo de Justin Wrobleski a Andrés Giménez; el trabajo fino de Max Scherzer del lado canadiense; otro bambinazo de Max Muncy; y un cierre con aroma a despedida grande: Clayton Kershaw se marcha tras 18 años y tres anillos, con los ojos brillosos y una dinastía moderna detrás.
Olvídate de las narrativas de verano: este octubre fue de Los Ángeles. Repiten lo que nadie hacía desde los Yankees de 1998-2000 y lo hacen con dos estandartes que ya son folklore angelino: el swing oportuno de Will Smith y la resistencia sobrenatural de Yamamoto.
Los campeonatos seguidos no se ganan por accidente. Se ganan con sangre fría en el inning 11, con un veterano que empata en el 9º, con un novato que entra a defender y te salva el juego, y con un as que decide que el calendario no manda, manda él. Los Dodgers no solo defendieron la corona: marcaron época.
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